Leucoplasia (hiperqueratosis con displasia leve)



Descripción del caso
Un paciente de 64 años acude a su dentista para una revisión rutinaria y en ella se le descubre una mancha blanca en el suelo de la boca. El paciente no era consciente de la misma ni había sentido ninguna molestia. Es fumador de 20 cigarrillos diarios y carece de otros antecedentes de interés.
Al realizar la exploración, se observa, en la mucosa del suelo de la boca, un aspecto blanquecino generalizado, mal delimitado y no desprendible. Ocupa casi toda la zona y es asintomático.
Se realizó una biopsia incisional y se remitió la muestra para su estudio histopatológico.

Comentarios
El término “leucoplasia” es simplemente clínico; por lo tanto, sólo con la observación de la lesión podremos clasificarla en las diferentes variedades, homogéneas y no homogéneas, que ya se han comentado en casos clínicos anteriores. Pero para el diagnóstico definitivo siempre es absolutamente necesaria e inexcusable la realización de una biopsia, que nos aportará la descripción histopatológica y, sobre todo, si existe o no displasia. La biopsia debe tomarse de la zona que clínicamente tenga un aspecto más sospechoso. Si es preciso, deben recogerse varias muestras de diferentes áreas, sobre todo en el caso de lesiones extensas.
Desde el punto de vista microscópico, las leucoplasias se caracterizan por una hiperqueratosis, es decir, un engrosamiento del estrato de queratina superficial del epitelio –que es el que le proporciona el color blanco apreciable en la exploración–. Éste puede acompañarse o no del engrosamiento del estrato espinoso (acantosis). La hiperqueratosis puede presentarse de dos modos: bien como hiperortoqueratosis (células sin núcleo en el estrato superficial de queratina) o como hiperparaqueratosis (células que mantienen el núcleo).
Algunas leucoplasias, debajo de la hiperqueratosis, pueden mostrar atrofia o adelgazamiento del epitelio. También es frecuente encontrar algunas células inflamatorias de carácter crónico en el tejido conectivo subyacente.
Pero el dato más importante de cara al diagnóstico definitivo es la presencia o no de displasia. Los cambios epiteliales que pueden detectarse en la observación microscópica de la displasia incluyen: agrandamiento de los núcleos y las células, núcleos hipercromáticos, nucleolos prominentes, pleomorfismo celular, disqueratosis, aumento de la actividad mitótica y mitosis anormales, entre otros. La presencia de displasia conlleva un mayor riesgo de desarrollar un cáncer oral. El histopatólogo debe catalogar la displasia como leve, moderada o severa, según los cambios que observe.
En última instancia, la presencia o no de displasia es lo que va a condicionar la actitud terapéutica.
Pese a los numerosos avances que se han producido en la biología molecular en los últimos años (estudio de marcadores como p53, ciclina D1, presencia de VPH, etc.), no existen datos que aporten información para predecir con fiabilidad la evolución de la leucoplasia y su posible transformación en cáncer.

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